dijous, 4 de febrer del 2010

Ni ninino ni nanana


Hay un par de días al año que el teléfono se inunda de mensajes de texto. El colapso es de tal dimensión que algunas felicitaciones llegan a su destinatario horas más tarde de su envío, ya de madrugada. El lunes viví algo similar. Cuando Fernando Roig situó a Juan Carlos Garrido como sustituto de Ernesto Valverde, empecé a recibir felicitaciones. No fueron pocos quienes recordaron mi columna del 8 de octubre en la que lanzaba una pregunta: “¿Está Juan Carlos Garrido preparado para entrenar al Villarreal CF?”. Al mismo tiempo, el blog en el que recopilo mis artículos en este periódico se llenó de visitas, especialmente aquella entrada que titulé “La pregunta inoportuna”.

Ha llegado el momento de confesar que no merezco felicitación ninguna. En primer lugar porque cualquier cambio de entrenador, por beneficioso que vaya a ser para el rendimiento del equipo, no es motivo de alegría, pues es la evidencia más manifiesta de que algo no funciona correctamente. En segundo lugar porque yo no adelanté nada, no fue ningún “scoop” que dirían los jóvenes de ahora. Simplemente me divertí con la posibilidad de que el técnico del filial se hiciera cargo del primer equipo si éste no conseguía enderezar el rumbo.

No es que el ex corresponsal de estas páginas (estuvo hábil el martes Pilar Olaya recordándolo) tenga un trato preferente con este periódico sino que en el club tenían claro desde hace meses que, si Ernesto Valverde no lograba hacerse con esos jugadores “que han hablado donde no debían”, el sustituto estaba en casa. Así se lo comunicaron, al menos, a algunos de los agentes que llamaron a la puerta para ofrecer técnicos en paro.

¿Entrenador interino? “Ni ninino ni nanana”, dijo Roig en la rueda de prensa. No miente el presidente, convencido de que el equipo puede crecer más con el joven técnico que con cualquier otro aterrizado de fuera. Sus ideas futbolísticas encajan con la manera que el club tiene de ver el fútbol y que tan bien plasmó sobre el campo Manuel Pellegrini.

Pese a no tener ninguna experiencia en la máxima categoría, a nivel táctico Garrido está preparado de sobras. Su principal obstáculo será conducir un rebaño con más ovejas negras que en anteriores campañas. Es ahí donde necesitará la ayuda del club, sentirse respaldado para tomar las decisiones disciplinarias que considere oportuno. El ejemplo de Riquelme debe servir para refrescar la memoria y dejar claro que si uno no rema la barca va torcida, por muchos ceros que tenga su contrato y muchas camisetas que venda.

Artículo publicado en Levante de Castelló el 4 de febrero del 2010.